Málaga huele a Torero
Por Paco Gallardo
Fotos de Curro Villegas
Una lección de Torería, ayer en el corazón de la Axarquía, que se está convirtiendo también, en el corazón de la comarca taurina de la ciudad de Málaga. En el bonito pueblo de Benamocarrá, pudimos disfrutar los numerosos aficionados que nos dimos cita, de la Magistral Clase de un Torero de Málaga llamado Fernando Cámara. Permítanme nuestros amigos de Arjona, Jaén, donde vio la luz por primera vez, que digamos malagueños en mol del cariño que se le afecta, y por lo mucho que se le debe cuantos nos se acercamos a preguntarle, abierto a todos, en el dorado albero de nuestra Malagueta por los arcanos del Torero.
La Escuela Taurina de la Diputación de Málaga culminó ayer un gran año de buen trabajo, vimos un gran espectáculo por cuantos pisaron el ruedo y no olvidamos los triunfos alcanzados por sus pupilos, entre ellos, Fernando Rey al que también vimos en apoyo a su Escuela en el tendido.
Se lidiaron 5 novillos de la Ganadería de Antonio Macandro que dieron un excepcional juego en las manos de los cinco Toreros que se pusieron delante, rezumando lo más importante en la cara del Toro: Torería.
Nuestro Maestro, como si de un chaval más se tratara compartió quite, brega, y hasta auxiliaba en el desalojo de alguna banderilla abandonada. Paladeamos el sabor en la misma esencia, el sabor de la Torería añeja, de la sapiencia que refleja las antiguas piedras que formaron templo del toreo, junto a la ilusión y la renovada esperanza que es la apuesta de un hombre y un toro.
Entre la pléyade de jóvenes Toreros, Fernando fue cátedra práctica, conocimiento y maestría en el uso de terrenos, distancias, colocación, toques, alturas, ritmo, cadencia… en definitiva, Torería.
Su grandeza, la grandeza del Toreo también lleva implícito el altruismo, paradigma de la entrega, ceder la última serie, la más definitiva, cuando todos esperábamos el momento de estallar en el álgido punto final, la conclusión de la argumentación de su obra; cede la muleta a un alumno de la Escuela, a Juan Carlos Benítez, que le enjaretó al novillo que pedía la docta espada de su lidiador, dos series de ilusionante amanecer de un joven Torero que pasea por Málaga y posee grandes cualidades como el resto de compañeros que no pudieron ese día hacer el bonito y añorado paseo junto al Maestro.
Fue, tras el alumno, cuando sin rehuir la responsabilidad de ser matador, a un toro ya pasado de suerte, y con el publico saboreando en su interior lo sentido, saboreando tantos conocimientos y tanta capacidad de llevarlos a la práctica, cuando Fernando nos despierta del ensimismamiento de su toreo, con un volapié que hizo rodar sin puntilla a que dominado y entregado había sido su medio y su “médium” para darnos una lección más de un sentimiento que no conoce fin: Una lección de Torería.
El resto, fue seguir disfrutando del toreo en las manos de sus alumnos, supieron hacernos pasar una tarde de Toros que guardaremos los aficionados con el cariño que esto de sentir el toreo tiene.
Vimos a Adolfo Ramos, un Torero de Málaga, un Torero que gasta el perfume caro que tiene el buen Toreo, seguro, variado, artista; supo entender todo lo que respiraba su enemigo, y supo ilusionarnos a tantos que creemos en el Torero que queremos ver, ya nos preguntamos, aquello de ¿Adolfo cuando otra vez?
El tercer novillo le correspondió a Joaquín Galdós, un Torero de Perú, que se hace en nuestra tierra, la Málaga abierta al mar, a la cultura y la que acoge como hijos a cuantos se han enamorado de ella y han sentido que es su casa. Joaquín fue propuesto por la Escuela Taurina de nuestra ciudad y para más honra, fue el ganador en el certamen internacional de Escuelas Taurinas celebradas este verano y que como premio tiene nada más y nada menos que un puesto en nuestra feria. Galdós es poderoso y firme en su toreo, se siente rebosante de afición, derrocha fantasía cada vez que mira al Toro y podemos esperar a este otro malagueño adoptado, con toda la esperanza con la que el también vendrá próximamente a nuestra tierra.
No lo tenían fácil los dos más jóvenes que quedaban conforme la tarde transcurría. El nivel estaba por las alturas cuando le toca, además ante sus paisanos demostrar que Benamocarra tiene Torero, y así José Antonio Lavado mordió de rabia al demonio disfrazado de ángel negro, como se muerde a y escupe lo malo y sólo saboreó y supo disfrutar, y hacer disfrutar a sus paisanos de su arrebatado y entrega Torera, fue inteligente y artista; supo estar a la altura de los quilates que se respiraban, rebosante de valor hizo vibrar a cuantos estábamos y mató a ley.
Muy tranquilo, pausado, vimos a José Antonio “El Lauri”, otro Torero, reposado hasta en las largas cambiadas de rodilla que enjaretó. Vimos la grandeza que el toreo tiene aún en su cuerpo pequeño por crecer. Supo administrar las teorías y las prácticas que el Maestro nos demostró en el primero y también, a ley, como el restos de Toreros, de Málaga, salir por la puerta de esperanza que ayer fue la de la plaza de Benamocarra, un pueblo que olía a Torero desde aquí desde las playas de Málaga y que supo atraer y hacernos disfrutar a cuantos aficionados en pasional peregrinaje nos adentramos en el corazón de la Axarquía, en el corazón de la Torería.
Gracias Maestro