domingo, 22 de septiembre de 2013

Sobre el sorteo de las reses a lidiar y Málaga

SOBRE EL SORTEO DE LAS RESES A LIDIAR Y MALAGA
Por Paco Gallardo


El Sorteo, expresión de igualdad, no solo entre iguales, sino entre todos los que integran las diferentes ternas. Es un garante del principio democrático que encabeza la Revolución Francesa y que en la fiesta, la más democrática y popular de cuantas además de divertirnos, no es cuestión baladí en los tiempos que corren, nos evoca a numerosos principios y valores y como simpar, el de la Libertad.
 
 No existe libertad sin igualdad. Permitir que en una terna dentro de un cartel tan atrayente o más,  no sea tratada como otras, dentro de un ciclo ferial, donde se compite en una globalidad, y no solo local, y que se permita que los artistas, los competidores, se presenten con un contrato diferente mediante el cual pueden traer de antemano su enemigo o colaborador, no es servir a una apertura necesaria en una competencia por los puestos de importancia para que el Toreo sea lo que ahora nos cuestionamos: preeminencia de lo mejor y de los mejores en libre competencia
 
Ya de por sí, con solo ojear cualquier cartel nos posicionamos en las garantías de poder disfrutar o no de una tarde toros y de su importancia o trascendencia, todo, por supuesto, tan aleatorio como que embista el toro y el torero se olvide que es mortal. 
 
Ya existen corridas de primera, segunda… independientemente de las plazas, pues no existe pudor por parte del entramado taurino de presentarse a donde fuera impidiendo el posible desarrollo del conocimiento del oficio y del trato con el publico de los que también quiere interpretar el arte de Cúchares y la necesidad de comer todos los dias.  Si a ello, le sumamos la posibilidad de la otra parte, la del más que imprevisible toro, que de dentro una ganadería se reserve diferentes reatas o productos de raceadores contrastados o con mayor probabilidad de garantizar ese triunfo, está clara la importancia de lo que se demanda cuando con tantos esfuerzos se institucionaliza la figura del sorteo en las plazas de toros.
 
La fiesta como reflejo de la sociedad nos presenta empresas que en holding, en integración empresarial, no representan la función que nos parece, así podemos encontrarnos con un apoderado, que lo último que le puede interesar es el interés de su poderdante, del que comparte un mero porcentaje mercantil, pues, antes que ello, es empresario, ganadero, o mercader de las carnes entre otras florituras.
 
Con estas tarjetas de presentación tan dispares, ocurre que no se entienda la solución ya añeja de problemas como el derecho de imagen de los Toreros, entre otras rentabilidades y ganancias empresariales. Esta ambivalencia y en especial, el copar todas las posibilidades de mercado  que les permite el montaje de lo que ellos llaman espectáculos a un aforo muy ínfimo, vamos a la plaza los de siempre, por si embiste el toro y el otro cumple, pero que repartiendo pérdidas e introduciendo sus productos, van renqueando con las Tauromaquias de nuestros tiempos.

Las figuras, sus empresas, pues, no son ellos los dueños de sus destinos, en este año del 2013 se han cerrado aún más, han llegado al intento de monopolizar las mermadas ferias y entran a por todo, pues son muchos los gastos que conlleva semejante puesta en escena  y muchas las esperanza de negocio.  Necesitan volumen de números, y dentro de esta lucha de aunar codos han dado un paso más en presentar el Toreo, como un mero espectáculo, o al menos un espectáculo con mayor garantía, con mayor expectación, eso sí de Tauromaquia, a costa de evitar el sortear las reses. Las dificultades para los que aspiran al ascenso social y profesional se multiplican, no solo ante la imposibilidad de entrar en determinados carteles donde se puede producir esa renovación, sino que además, en esos carteles las garantías son aún si cabes mayor de perpetuar un triunfo con un menor factor en la suerte. 

La concepción de las corridas de toros como mero espectáculo legitima, por supuesto, al protagonista, al artista que se expresa, le legitima a la elección de cuanto crea propicio para la expresión de su obra, de su arte. Pero, esta concepción, esta Tauromaquia, dista un trecho del rito, de la epopeya, de la exaltación dionisíaca del valor y del honor, entre los valores  que es la fiesta.

Mucho más que esa borrachera, que esa locura tan difícil, y por tanto menos probable de ser presenciada por quien compra una entrada, nunca sucederá por mol de la garantía de un gran espectáculo, eso sí también maravilloso, lleno de plasticidad, música, color, folclore, cariño entrañable  y agilidad elástica  que pueden representar ciertas Tauromaquias de nuestros tiempos y que se nos presentan como paradigmas del toreo. 

 Cuando un espectador, compra una entrada de toros,  a pesar de ser consciente que puede no ocurrir lo que espera, la expresión de algo sublime,  asiste a un espectáculo donde invitada la muerte, lo heroico, se espera, sobrevivirá a lo bárbaro y sangriento; que también presenciará.

Sin los valores fundamentales y entre ellos, uno más, es el Democrático, que permite el claro ascenso social y de igualitaria competencia, la fiesta decaería en banalidad.

No es poco, presenciar la maestría,  agilidad, luz, color… el espectador verá un gran espectáculo, ello será casi seguro, pero la Fiesta de Toros, el Toreo, con toda su grandeza, es otra cosa y ella  nos traslada al límite de lo probable,  que no puede ser garantizado, eso es gentileza del artista, arriesgar su vida para emocionarnos, pero se le espera.

El espectador  arriesga también su tiempo y el precio de su entrada, como espectáculo de riesgo, el  que aspira ver el Toreo, arriesga esta seguridad de ver un espectáculo más por el milagro de sobrepasar el límite de lo razonal y entrar en el campo de lo sublime que es el único que legitima a estos artistas a la posibilidad de derramar su sangre, y  la de su víctima propiciatoria; y además  en los tiempos que corre con tantas opciones de ocio, si de eso se trata.

El Toreo no puede ser nunca sólo un espectáculo, por ello, los principios y valores que representan son los que le trascienden a un campo mucho más elevado que el mero ocio, entretenimiento o apuesta mercantil, por muy divertida o sustanciosa  que sea.
 
En la reciente feria de nuestra ciudad no existió sorteo en la corrida de toros del día 21 de agosto, en el afán por parte de las instituciones de llegar a un acuerdo con empresa y matadores para evitar que no se diera el festejo con todo lo que ello conlleva. 
 
En este punto, es de agradecer por parte de la Delegación del Gobierno de Málaga, en la figura de su Jefa de Juego y Espectáculo el tratamiento que le está dando al problema surgido recientemente en nuestra feria y que permitirá un Desarrollo del Reglamento Andaluz para que el Toreo siga siendo ese grito de Libertad por el que todos apostamos.