VOLVER A TAPATANA
Es la finca de Carlos Núñez donde ayer disfrutamos de lo
lindo. Disfrutamos de la entrega “enclasada”
de la bravura. Regresábamos con el recuerdo de los que no pudieron asistir por
diferentes motivos. Al “Pelos”, ese gran
Torero que tenemos en el extranjero, es
por motivos obvios al que más añoramos.
Esta salida era para poder vernos todos delante de unas vacas
en las navidades y por mal tiempo se ha atrasado a este día donde ya no
contábamos con su presencia. Lo importante es que se le espera y “se le teme” con ganas.
Fue un complemento ideal a la charla del día anterior
Lidiamos una primera añoja, que muy en Núñez, tanto de
hechuras como de comportamiento, nos regaló unas enrazadas y templadas
embestidas al final de las series que
posibilitaron en más de un momento el torero bueno y, sobre todo, sentido y profundo.
Es evidente que por tamaño, no puede tener una consideración importante lo que
se le hiciera, pero, para nosotros, que no tenemos la posibilidad de torear como
nos gustaría y por aquello que, cada uno sabe el trabajo que cuesta ponerse ahí,
tuvo mucha importancia e intensidad todo lo que se le hizo.
Cruz del Campo, dando ventajas a quien le devolvió la grandeza
Vimos un animal difícil de cuajar con el capote, abanto, y
del que confiábamos y lidiábamos en espera de que se equilibrara y presentara
verdadera pelea. Y lo hizo, en cuanto se quedó sola con el que le plantaba la
muleta, siempre en su sitio, con la
colocación y suavidad que ella quería fue constantemente a más y todos crecimos como toreros con ella.
Juan Bonachera, buscando la colocación donde le enjaretó sin enmendarse
Esta vaca, de la
familia de las Jardineras, antes de salir, sabíamos de sus posibilidades, fue
un lujo haber tenido el día anterior una charla sobre el encaste, sus familias,
características zootécnicas y comportamiento de estos mismos animales.
Fernando Cámara, el artífice de nuestro toreo
Nos
fuimos con el placer de haberla entendido, que para unos principiantes, no es
poco. Sobra decir que nada de esto hubiera sido posible sin la presencia,
consejo y buenas maneras de nuestro inconmensurable Maestro: Fernando Cámara, nos
hacía las veces de profesor, de auxiliarnos en los quites de peligros que se
ocasionaron; y de arengarnos en los momentos de mayor duda. Fue, como es el toreo
que por lo menos a mí me gusta. No mucho, por ser casi un milagro, pero sí muy intenso y algunos vibramos
con la emoción de la raza y de la clase.
Nuestro Magnífico José Luis que tuvo el valor de plantarle cara a la anterior, y con esta se sintió.
Después salió una erala que no era la que tenía que haber
salido. Era otra construcción, era de las procedencias que buscan, o han
buscado, como hemos comentados en entradas anteriores aumentar el tamaño y la
cara de estos Núñez de toreo y de toreros buenos. Era más destartalada,
grandona y con unos pitones astigordos fuera de toda duda. No podía embestir y
no embistió. Muy valientes estuvieron los que el valor les sirvió para dar la
cara de toreros.
Esta se quedó en los corrales, con esas hechuras.
Después salió, para bien de los que no pudieron hacer el toreo con ella, una añoja dulce, muy justa. Clase, sin fuerza, sin molestar, y dejó estar a cuantos se pusieron delante. Fue la ideal para ir abriendo caminos y buscar la necesaria colocación, temple y buen gusto que también es el toreo. Con este sabor nos vinimos caminito de Málaga la bella, con
la miel y la hiel que da lo más grande: El torero y además entre amigos. !Que corto se hizo el camino!